A continuación se planteará una cuestión que en las próximas décadas cobrará plena actualidad y que en el momento presente lleva a reflexionar sobre aspectos fundamentales acerca de lo que es una mente y la relación con su soporte material. Curiosamente, fue un asunto que, en otros términos, ya Descartes abordó 400 años atrás. El planteamiento se basa en las siguientes referencias bibliográficas:
Churchland PM, Churchland PS. Un debate sobre inteligencia artificial: ¿podría pensar una máquina? Investigación y Ciencia 1990;162:28-24.
González J. Breve historia del cerebro. Barcelona: Crítica, 2010; p. 292-5.
Searle J. ¿Es la mente un programa informático? Investigación y Ciencia 1990;162:10-6.
En la década de 1940 se construyó el Electronic Numerical Integrator and Computer (ENIAC), el primer ordenador electrónico de propósito general. Pesaba varias toneladas y ocupaba una sala de casi 200 m2. Se componía de más de 17.000 válvulas de vacío y cada pocos minutos se fundía una de ellas, por lo que un grupo de operadores tenía que estar pendiente de reponerlas.
Aunque el objetivo inicial era bélico, pronto se demostró que las nuevas máquinas eran algo más que simples «masticadores» de números. También se revelaron competentes en el manejo de información simbólica y hallaron nuevas y más elegantes soluciones a teoremas clásicos de la lógica matemática. Por un momento parecía que no había límites a sus posibilidades. En la década de 1960 se creía que hoy, en el siglo XXI, estaríamos rodeados de robots y máquinas inteligentes con las que nos comunicaríamos «de tú a tú», como hacemos entre los seres humanos. Para la psicología, los ordenadores constituyeron una nueva metáfora que ayudó a alumbrar al naciente paradigma de la psicología cognitiva. Términos de la cibernética como procesamiento de la información, acceso directo, memoria a corto y largo plazo, memoria de trabajo, etc. se trasladaron y aplicaron con naturalidad a la psicología cognitiva para describir aspectos del funcionamiento mental.
Lo cierto es que el desarrollo informático ha sido vertiginoso en términos cuantitativos. Cualquier ordenador personal contiene miles de veces el sistema informático de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) que llevó al hombre a la luna. El saldo de los últimos 50 años ha sido una mezcla agridulce de éxitos y fracasos. Por una parte, las computadoras son capaces de vencer o hacer tablas con el campeón mundial de ajedrez o resolver sistemas de ecuaciones de miles de incógnitas y, por otra, no alcanzan al talento de un simple insecto para desenvolverse en un entorno cambiante. Esta dicotomía es el reflejo de dos formas distintas de trabajar: procesamiento serial en los computadores y paralelo en los cerebros. Hoy los científicos se conformarían con lograr construir vehículos de decisión autónoma que deambularan por la superficie marciana sin quedar encallados ante el primer obstáculo. |