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LATERALIZACIÓN DE LAS EMOCIONES

25/10/2023

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Tal como sucede con otras funciones cerebrales, existe una simetría lateral en el procesamiento neural de las emociones, dado que el hemisferio derecho tiene un papel más importante, tanto en el reconocimiento como en la expresión emocional. No obstante, el hemisferio izquierdo también participa en el control de la información emocional.

A continuación se analizará la lateralización en relación con tres aspectos: el reconocimiento, la expresión y la tipología de las emociones.

RECONOCIMIENTO DE LAS EMOCIONES

Parece el hemisferio derecho dispone de una capacidad mayor para detectar las diferencias visuales en las expresiones emocionales faciales y posturales, y también para poder detectar con un índice de error más pequeño la modulación emocional de la voz o prosodia. En 1991, Bowers y colaboradores vieron que pacientes con lesiones en el hemisferio derecho presentaban dificultades para reconocer las emociones expresadas facial y manualmente. Asimismo, mostraban un grave deterioro a la hora de describir imágenes mentales de expresiones emocionales. Estudios de neuroimagen han mostrado un incremento en la actividad en la corteza prefrontal derecha ante el reconocimiento emocional a partir del tono de la voz. Mediante una tomografía por emisión de positrones, George et al., (1996) observaron una activación frontal en ambos hemisferios ante el reconocimiento emocional a partir del significado del lenguaje, pero únicamente vieron una activación de la corteza prefrontal derecha cuando el reconocimiento se daba a partir del tono de voz.

EXPRESIÓN EMOCIONAL 

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Pacientes con lesiones en las porciones suprasilvianas de los lóbulos frontal posterior y parietal anterior del hemisferio derecho tienen dificultades para manifestar las emociones por medio de la modulación del tono del lenguaje. Diferentes estudios, tanto en seres humanos como en primates, han hallado asimetrías laterales en la intensidad de la expresión emocional. Así, las expresiones faciales se manifiestan de manera más rápida, con más intensidad y más completamente en la musculatura facial izquierda (que está controlada por el hemisferio derecho).

Foto
​ Reconstrucción de rostros quiméricos. En la fotografía A se muestra la imagen original, mientras que la B es una composición realizada a partir del lado derecho de la cara y la fotografía C, una composición llevada a cabo a partir del lado izquierdo de la cara. Como puede observarse, la intensidad de la expresión facial es mayor en la composición fotográfica realizada a partir de las dos mitades izquierdas del rostro. Debe recordarse que el lado izquierdo de la cara está controlada por el hemisferio derecho, y el lado derecho por el hemisferio izquierdo.

Aprosodia. La Prosodia es un trastorno caracterizado por la tendencia a hablar de manera monótona, con el mismo patrón del lenguaje, pero con una correcta percepción cognitiva de los sentimientos. Así, una persona con a prosodia que, además, haya sufrido la pérdida de un ser amado, puede expresar su dolor emocional con el contenido del lenguaje, pero con un tono que parecería de auténtica indiferencia.

LATERALIZACIÓN FUNCIONAL DE LA CORTEZA: EMOCIONES POSITIVAS Y EMOCIONES NEGATIVAS

Diferentes estudios de neuroimagen apoyan la hipótesis de que la corteza prefrontal del hemisferio izquierdo está relacionada con las emociones positivas, mientras que la corteza prefrontal del hemisferio derecho lo estaría con las emociones negativas. Estudios electrofisiológicos han sugerido que la activación de la corteza prefrontal izquierda parece que inhiben las emociones negativas, y también la disposición del individuo a sufrir Estados emocionales negativos.

Ciertos análisis epidemiológicos han descrito que la incidencia y la gravedad de síntomas depresivos son mayores en pacientes con lesiones del hemisferio anterior izquierdo. Asimismo, algunos estudios clínicos han mostrado que lesiones del hemisferio anterior derecho pueden generar signos desmesurados de emociones positivas.

En 2007, Goel y Dolan mostraron que los chistes divertidos inducían una activación en la corteza prefrontal ventromedial del hemisferio derecho, mientras que aquellos que implicaban una violación de las normas sociales inducían una activación de la amígdala derecha y de la corteza orbitofrontal izquierda.

Como hemos visto, son muchos los investigadores que han intentado explicar qué son las emociones.

Para el psicólogo David G. Meyers, las emociones están compuestas por “arousal fisiológico, comportamiento expresivo y experiencia consciente”.

En la actualidad, se acepta que las emociones se originan en el sistema límbico y que estos estados complejos poseen básicamente tres componentes:

Fisiológicos: Es la primera reacción frente a un estímulo y son involuntarios: la respiración aumenta, cambios a nivel hormonal, etc.

Cognitivos: La información es procesada a nivel consciente e inconsciente. Influye en nuestra experiencia subjetiva.

Conductuales: Provoca un cambio en el comportamiento: los gestos de la cara, el movimiento del cuerpo, etc.

La Emoción y la motivación tienen vías neuronales complejas.

La emoción y la motivación son dos aspectos de la función cerebral que representan una superposición entre el sistema de la conducta y el sistema cognitivo. Las vías que participan son complejas y forman circuitos cerrados en los que la información pasa por diversas zonas del cerebro, el hipotálamo, el sistema límbico y la corteza cerebral. No se comprenden aún los mecanismos neuronales y ésta es un área importante de investigación en neurociencia.

Como hemos visto con anterioridad, incluso en la actualidad, las emociones son difíciles de definir. Hoy tenemos mayores referencias sobre qué son e incluso poder nombrarlas, pero aún así, no describirlas. Una característica de las emociones es que no se pueden activar o desactivar con facilidad. Siguiendo como parámetro y referencia, las emociones enlistadas por Ekman, tenemos a la alegría, tristeza, enojo, sorpresa, miedo y asco.

El Sistema límbico, en particular la estructura denominada “amígdala” (del griego <almendra>), es el centro de la emoción en el encéfalo humano. Los científicos han llegado a conocer el papel de esta región a través de los experimentos en seres humanos y en animales. Si se estimula la amígdala en forma artificial en los seres humanos, como puede ocurrir en una cirugía por epilepsia, los pacientes han referido sentir temor y ansiedad. Si se destruye la amígdala en forma experimental en animales, el animal se vuelve más manso e hipersexual. Los neurobiólogos creen que la amígdala es el centro de instintos básicos como el temor y la agresión.

Las vías de la emoción son complejas. Los estímulos sensitivos que llegan a la corteza cerebral se construyen en el encéfalo creando una representación (percepción) del mundo. Luego de integrar la información en las áreas de asociación, esta pasa al sistema límbico. La retroalimentación del sistema límbico hacia la corteza cerebral crea la conciencia de la emoción, mientras que las vías descendentes hacia el hipotálamo y el tronco encefálico inician las conductas voluntarias y las respuestas inconscientes mediadas por los sistemas autónomo, endocrino, inmunológico y somático motor.

Foto

Los resultados físicos de las emociones pueden ser tan notorios como las palpitaciones que se sienten en una reacción de lucha o huida o tan insidiosos como el desarrollo de un latido irregular, un dolor de estómago o inflamación del colon.

La relación entre la mente y el cuerpo es difícil de estudiar y llevará muchos años de investigación llegar a comprenderla.

La motivación se define como las señales internas que dan forma a las conductas voluntarias. Algunas de estas conductas como comer, beber o tener actividad sexual, se relacionan con la supervivencia. Otras como la curiosidad y la actividad sexual (nuevamente), se relacionan con las emociones. Algunos estados motivacionales se conocen como impulsos y tienen tres propiedades en común:

Aumentan El estado de alerta del sistema nervioso central;

Crean una conducta orientada hacia el objetivo; y

Son capaces de coordinar conductas dispares para llegar al objetivo.

Las conductas motivadas funcionan en paralelo con las respuestas autónomas y endocrinas del organismo, como podríamos esperar de las conductas que se originan en el hipotálamo. Por ejemplo, si comemos palomitas de maíz saladas, la osmolaridad del cuerpo aumenta. Este estímulo actúa sobre el centro de la sed del hipotálamo y nos motiva a buscar algo para tomar. El aumento de la osmolaridad también actúa sobre el centro endocrino del hipotálamo, liberando una hormona que aumenta la retención de agua en los riñones. De este modo, un estímulo desencadena una conducta motivada y una respuesta endocrina homeostática.

Algunas conductas motivadas pueden activarse a través de estímulos internos que pueden no ser evidentes, incluso para la propia persona. Algunos ejemplos de conductas que responden a estímulos complejos son la alimentación, la curiosidad y el impulso sexual. Por ejemplo, podemos comer porque tenemos hambre, o porque la comida está bien presentada, o porque no queremos herir los sentimientos de otra persona que nos ha invitado a comer. Muchas conductas motivadas cesan cuando la persona llega a un nivel de satisfacción o saciedad, pero también pueden continuar a pesar de la sensación de saciedad.

El placer es un estado de motivación muy estudiado por su relación con las conductas adictivas, como el uso de drogas. Diversos estudios en animales han demostrado que el placer es un estado fisiológico que se acompaña de un aumento de actividad del neurotransmisor dopamina en ciertas partes del encéfalo. Las drogas adictivas como la cocaína y la nicotina, actúan aumentando la eficacia de la dopamina y aumentando así las sensaciones placenteras percibidas por el encéfalo. En consecuencia, el uso de estas drogas se convierte rápidamente en una conducta aprendida.

Es interesante destacar que no todas las conductas adictivas generan placer. Por ejemplo, existen algunas conductas compulsivas que incluyen una automutilación, como tirar de los cabellos desde la raíz, morderse las uñas y algunas otras relacionadas con estados de ansiedad o incluso trastornos neuropsicológicos. Por fortuna, muchas conductas pueden ser modulados por la motivación.

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