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Las emociones

24/10/2023

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Desde el punto de vista estrictamente neurofuncional, las emociones son respuestas bioquímicas del cerebro que se producen en áreas muy específicas y que se presentan ante estímulos internos y externos, generando la producción de neurotransmisores y hormonas con el propósito de salvaguardar la integridad física y psicológica del individuo.

Es verdad que existen trastornos y patologías que pueden modificar de manera sustancial esta función, sin embargo, por ahora nos centraremos en la descripción genérica de las emociones como componente esencial de nuestra especie.

Frente a una situación de peligro, el organismo puede generar una reacción general de alerta (neural, endocrina y metabólica) con el fin de posibilitar las condiciones propicias para que el individuo sea capaz de responder de la manera más adecuada ante dicha situación. Sin emociones, la respuesta que se podría dar probablemente carecería de valor adaptativo. Pero ¿qué son las emociones? Las emociones consisten en patrones (neurovegetativos, endocrinos y conductuales) típicos de una especie. En los seres humanos, la emoción se considera un estado del organismo con diferentes formas de manifestación:

​Es un estado con un nivel de activación fisiológica determinado, de acuerdo con la actividad del sistema nervioso autónomo y del sistema neuroendocrino (componentes neurovegetativo y endocrino, respectivamente).

Se genera todo un abanico de respuestas motoras, tanto de la musculatura facial como del resto de los músculos (componente conductual).

Hay un procesamiento cognitivo que permite al individuo hacer una valoración de la situación y ser consciente del estado emocional en el que se encuentra (componente cognitivo o sentimiento).

En los seres humanos, probablemente a diferencia de otras especies, la emoción va acompañada de sentimientos. Cuando una persona habla con otra sobre sus emociones, normalmente suele referirse a cómo se siente y no a conductas prefijadas que se han puesto en marcha al experimentar una determinada condición. Se hace referencia a experiencias privadas y subjetivas. Es necesario destacar que los tres componentes iniciales de una emoción (componente neurovegetativo, componente endocrino componente conductual) Son los que posibilitan la supervivencia y la adaptación al medio cambiante, y no la experiencia privada o el sentimiento (componente cognitivo). Por este motivo, es lógico pensar que en la evolución filogenética del tejido nervioso primero haya aparecido la emoción y posteriormente, el sentimiento. Dejando de lado todos los aspectos adaptativos, las experiencias privadas y subjetivas (sentimientos) que tenemos los seres humanos se encuentran íntimamente vinculadas, por ejemplo, con el deleite de experimentar al ver un cuadro o al escuchar una pieza musical.

Se ha de tener presente que desde algunas teorías psicológicas se tiende a definir la emoción en relación con un sentimiento consciente. Puesto que resulta muy complicado establecer una explicación neurobiológica de los fenómenos conscientes y de la propia conciencia, también puede ser problemático definir las emociones como estados de conciencia. Asimismo, hay que señalar que muchos estudios neurobiológicos sobre las emociones se han llevado a cabo en diferentes especies, lo que dificulta en gran manera su definición sobre la base del sentimiento consciente.

​En general, se puede decir que las emociones son disposiciones con una base neural que posibilitan la puesta en marcha de acciones apropiadas a los acontecimientos que tienen lugar y que son de importancia biológica para el individuo, permitiendo una respuesta que facilite su adaptación a las demandas de la situación, que generalmente resulta cambiante.

Supóngase que un determinado animal vea un posible depredador. Se trata de un estímulo visual que tiene una especial importancia para el animal, ya que al tratarse de un depredador podría atentar contra su integridad. De esta forma, dicho estímulo pone en marcha una determinada conducta defensiva que prepara al organismo para el ataque o la huida (o que, en algunos casos, facilita el pasar inadvertido por el depredador, por ejemplo, a partir de la inmovilización), redistribuyendo el flujo sanguíneo de los órganos internos a las fibras musculares periféricas, liberando las hormonas que son características de las respuestas de estrés (catecolaminas y glucocorticoides), aumentando la vigilancia, facilitando la respuesta de sobresalto y alterando la respiración, el ritmo cardiaco y la presión sanguínea. Algo bastante similar (aunque no con las mismas consecuencias e implicaciones adaptativas) puede sucederle a una persona cuando ve en el cine una película de terror. En el momento álgido de la película, cuando el asesino está asechando a una pobre chica en medio de un oscuro paramo, la persona (quien es mera espectadora de la historia presentada en el filme) experimenta una serie de cambios en su organismo. Si alguien le tocara en el hombro en medio de la oscuridad del cine de una forma inesperada, podría proferir un grito en la sala y tirar el recipiente de palomitas que tiene entre sus piernas. Una de las explicaciones que se puede dar de esta situación es que la visión de la película ha desencadenado un conjunto de cambios fisiológicos en el organismo del individuo, facilitando la respuesta de sobresalto al experimentar un estímulo somatosensorial (en este caso, que alguien le tocara el hombro). En otras circunstancias, dicho estímulo simplemente habría conseguido una mera respuesta de orientación, posibilitando girar para ver quién reclamaba la atención.

Pensemos ahora en una situación de mayor trascendencia. Imaginemos que en el lugar donde vivimos, se avecina un terremoto y que debido a experiencias previas o conocimiento de lo ocurrido en otros lugares, nuestro cerebro nos indica que tal eventualidad puede poner en riesgo nuestra integridad y nuestra vida, es por ello que al percibir un estímulo auditivo (consistente en la alarma que emite el altavoz en las calles, anunciando anticipadamente la presencia del movimiento telúrico) de inmediato se presenta una respuesta orgánica ante tal eventualidad, por lo que el individuo tratará de salvaguardarse y protegerse. Como podemos observar esta sensación emocional (miedo) permite al igual que en el caso del animal ante un depredador, poner en marcha mecanismos de defensa para evitar en la medida de lo posible un daño, incluso de manera anticipada.

​La mayoría de las personas dispone de una capacidad mnemónica selectiva, es decir, almacena únicamente una parte de toda la información que recibe del entorno. La modulación emocional de la memoria proporciona a los individuos una importante herramienta adaptativa, puesto que las emociones indican cuál es la información con contenido relevante para el mismo individuo y que, por lo tanto, es importante que sea retenida. De esta manera, los mecanismos de aprendizaje y memoria se pueden ver influidos por las respuestas fisiológicas de una emoción (producidas al mismo tiempo), modulando la transferencia de la información a la memoria a largo plazo. Hoy se sabe que las emociones pueden influir de manera determinante sobre el proceso de selección de la información que será almacenada en la memoria.

Las emociones se consideran estados con una función reguladora que fomentan la supervivencia del organismo. Constituyen un conjunto de respuestas fisiológicas (neurovegetativas y endocrinas), tendencias de conducta y sentimientos subjetivos (en el caso del ser humano) que llevan al individuo a reaccionar ante una situación de importancia biológica o con un significado personal.
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