Con la llegada del Renacimiento europeo y el inicio de la Edad Moderna se volvió a la observación de la naturaleza y a la tabla de disecciones. De la repetición de los antiguos dogmas, basados en las traducciones árabe-latinas de los textos clásicos, se pasó a la búsqueda de conocimiento nuevo, lo que supuso un verdadero renacer en las creencias y pensamiento humanista. En este contexto, Leonardo Da Vinci (1452-1519)aplicó su extraordinario talento a la anatomía y quiso conocer la forma de los ventrículos cerebrales a través de un ingenioso método. Inyectó cera líquida caliente en el interior de esas cavidades y al enfriarse la cera, obtuvo por primera vez un modelo tridimensional de todo el sistema ventricular del cerebro. Da Vinci se decepcionó al comprobar que el modelo obtenido no encajaba con la doctrina medieval, pues no aparecía ningún ventrículo frontal que sirviera de alojamiento para la senso comune y el alma. Sin pretender renunciar a la teoría ventricular, Leonardo adoptó una solución de compromiso y recolocó la senso comune en el ventrículo medio. Lamentablemente al no publicar sus dibujos, estos descubrimientos tuvieron poco impacto en la anatomía de la época.
La monumental obra del italiano Andreas Vesalius o Vesalio (1514-1564) "De humani corporis fabrica, traducida como "De la estructura del cuerpo humano o también de los trabajos del cuerpo humano, publicada en 1543, constituye un hito en la historia de anatomía humana y quizás uno de los libros médicos más relevantes jamás escritos. Reúne el resultado de cientos de disecciones humanas y en ellas, Vesalio fue comprobando que la ciencia anatómica de su admirado Galeno distaba mucho de ser perfecta. Registró hasta 200 errores y afirmaciones que no encajaban con lo que él observaba y le sorprendió tanto aparente descuido en el maestro clásico, venerado generación tras generación. Así se resalta este hecho en Breve Historia del cerebro (Gonzalez, 2010 p. 29). |