TRASTORNOS MENTALES SEGÚN EL MANUAL DIAGNÓSTICO Y ESTADÍSTICO DE LOS TRASTORNOS MENTALES DSM-514/3/2024 La capacidad de establecer un diagnóstico fiable es clave para poder realizar prescripciones terapéuticas apropiadas, para facilitar la investigación o para aportar datos epidemiológicos necesarios para planificar las políticas de salud pública. Por este motivo, el DSM-5 se plantea cubrir las necesidades de clínicos, pacientes, familiares e investigadores ofreciendo una descripción clara y concisa de los diferentes trastornos mentales. Dichos trastornos se concretan en una serie de criterios diagnósticos que en ocasiones se complementan con medidas dimensionales aplicables a diferentes trastornos y también con información útil sobre factores de riesgo, curso, pre-valencia, diagnóstico diferencial, etcétera. Aunque el DSM-5 declara ser una clasificación categorial, señala que no asume que los trastornos mentales sean entidades que encajan de forma exclusiva en una categoría, sino que éstas son formas necesarias de organizar los trastornos pero asumiendo que ciertos síntomas sobrepasan las fronteras y quizás indican factores comunes en la etiología de muchos de ellos. Las categorías en que se han agrupado los diagnósticos se han armonizado con las propuestas en el borrador de la CIE-11, buscando una mayor integración de ambos sistemas en un futuro que, lejos de crear confusión o competencia, facilite su uso en el ámbito clínico o de investigación.
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Las afasias se caracterizan por la presencia de dificultades diversas en el lenguaje que pueden afectar a uno o más de sus componentes (escritura, lectura, comprensión, producción, denominación o repetición) en función del tipo de afasia y porque están ligadas a un daño cerebral concreto. Se las clasifica por el lugar de la lesión en corticales (afasias de Broca, de Wernicke, de conducción, global, transcorticales motora, sensorial y mixta, y anómica) y subcorticales (afasias anterior, posterior y global capsular-putaminal y afasia talámica). Las parafasias son sustituciones de fonemas, sílabas, palabras o frases por otras que no son correctas (parafasia fonémica, semántica y verbal). Las disfasias son alteraciones graves del lenguaje expresivo y de la comprensión que se dan en ausencia de alteraciones sensoriales, motoras del habla, intelectuales, neurológicas, emocionales o de deprivación ambiental. También se denominan trastorno especifico del lenguaje (TEL) o disfasias evolutivas. Pueden ser de tipo expresivo o receptivo.
Cuando se habla del pensamiento, se hace referencia al más complejo de los procesos mentales y, por ello, al más difícil de definir. Pese a que todo el mundo tiene una idea intuitiva sobre qué es el pensamiento, en realidad no facilita la tarea de concretar en qué consiste. En las diferentes definiciones de pensamiento que se pueden encontrar en la literatura científica, se resalta la asociación de otros procesos tales como la percepción, la memoria o la inteligencia, el razonamiento, la toma de decisiones, la resolución de problemas, la interpretación del mundo externo e interno, etc., pero incluso se puede entender el pensamiento como proceso (pensar) o como resultado (un pensamiento). Y si definirlo es complejo, más aún es estudiarlo, dado que no es un proceso directa y objetivamente observable. Para poder estudiar el pensamiento, hay que recurrir al lenguaje, esto es, a partir del discurso de una persona se puede deducir el pensamiento, que en modo alguno se puede ver de manera directa. Ello ha llevado a algunos autores a considerar que en realidad se trata de alteraciones del discurso, dado que no es lícito concluir que un discurso alterado refleja necesariamente un pensamiento alterado, como un discurso normal no implica un pensamiento normal. En el presente texto se aglutinan las diferentes clasificaciones, de manera que se pueda obtener una visión lo más global y completa posible partiendo de una división entre alteraciones formales (cómo piensa, organiza y expresa los pensamientos una persona) y alteraciones del contenido (qué piensa y cómo vivencia los pensamientos).
La capacidad de recordar hechos y conceptos es una de las más importantes en el ser humano, dado que el aprendizaje resulta imposible sin ella. La memoria, sin embargo, no es un fenómeno sencillo, sino que puede hablarse de muchos tipos de memoria o capacidades para recordar, y parece que están implicadas muchas estructuras cerebrales diferentes. Como en otros casos, las alteraciones de la memoria no necesariamente son patológicas o indican la presencia de una patología; muchas de ellas son fenómenos relativamente frecuentes y casi todo el mundo las ha experimentado alguna vez, mientras que otras, por el contrario, son claramente patológicas y perturban notablemente la vida de quien las padece.
La conciencia es uno de esos constructos difíciles de definir; tanto es así que aún no se dispone de una definición unívoca de la misma. Suele hacer referencia al autoconocimiento de uno mismo, de los propios procesos cognitivos y su integración (identidad), pero también al nivel de alerta, a la orientación espacio-temporal, al conocimiento del propio cuerpo, etc. Según nos refiramos a una u otra cosa, encontraremos descripciones de alteraciones diferentes.
Al margen de las clasificaciones de los trastornos mentales de las que se ha hablado, hay otra forma de abordar la descripción y el estudio de la psicopatología. Esta otra vía consiste en revisar las alteraciones conocidas de las diferentes funciones cognitivas de la mente, tales como la atención, la conciencia, la percepción o el pensamiento. Lo cierto es que esta forma de abordaje tampoco está exenta de problemas. A menu-do resulta difícil separar los procesos cognitivos, ya que o bien ocurren juntos o la frontera que los separa es difusa. Tampoco resulta sencillo definir algunos de esos pro-cesos, como por ejemplo la conciencia, por lo que puede haber diferentes clasificacio-nes según cómo se defina un proceso determinado. Además, no son pocas las altera-ciones que no se sabe muy bien dónde situarlas: ¿son alteraciones de la conciencia, de la atención? Por último, las alteraciones a menudo aparecen juntas, bien porque una de ellas implica que otro proceso tampoco funcione correctamente, bien porque la causa de una de ellas también produce otras (por ejemplo, el consumo de algunas sustancias). Sin embargo, como en el caso de los sistemas nosológicos, una completa compren-sión de la psicopatología exige también un conocimiento de las alteraciones de los procesos cognitivos Las dificultades presentes no significan que el acercamiento no sea adecuado, sino que hay que continuar investigando. Hay que tener en mente que no siempre las alteraciones de los procesos cognitivos implican o indican una patología. Muchas alteraciones son comunes y ocurren a todo el mundo en determinados momentos, como por ejemplo, fruto del cansancio. Por otra parte, algunas son alteraciones que se dan en ciertos trastornos mentales, mientras que otras son consecuencia de enfermedades médicas (reversibles o no), del consumo de sustancias o la exposición a tóxicos, de enfermedades neurológicas, del estrés, etcétera.Modelo biológico o biomédico
Lo que las personas han venido considerando como normal o anormal en el ámbito del comportamiento ha dependido, depende y dependerá de lo que la sociedad piensa sobre ello, y esto es variable según la cultura de referencia y según el momento histórico. A modo de ejemplo, hoy día, en los países occidentales, la homosexualidad es considerada una elección que forma parte de la libertad del individuo. Consiguientemente es una decisión personal y respetable y en modo alguno se la podría describir como un trastorno mental. Sin embargo, no son pocos los países en los que no se comparte dicho punto de vista, considerándose que una elección tan «anormal» (dirían en ese contexto) no puede ser una decisión libre, sino que ha de ser producto de un trastorno que sitúa al individuo en una condición indeseable. En estos países, en el mejor de los casos, se considerad una enfermedad que debe tratarse y, en el peor, un delito, una ofensa a la moral de los demás, que debe castigarse. Este ejemplo ilustra la influencia de la cultura en la definición de aquello que se considera o no un trastorno mental pero al mismo tiempo, plantea otra cuestión muy importante en el ámbito de la psicopatología: ¿los trastornos mentales son algo objetivo, como lo son las enfermedades médicas? o tal vez son algo subjetivo, y es la sociedad la que decide en cada momento qué es "demasiado raro” y que no lo es?; ¿con qué criterio decidimos lo que es y lo que no es?. ¿y si decidimos arbitrariamente?, ¿y si tienen una causa médica como las la tienen las enfermedades, no sería apropiado entonces llamarlas enfermedades?
Definir la psicopatología puede parecer un asunto sencillo. Así, se podría decir, de la manera más simple posible, que la psicopatología es la disciplina que estudia los trastornos mentales con el fin de describirlos, clasificarlos y explicarlos. Pero hablar de psicopatología no es tan sencillo corno esta definición pudiera dar a entender. Y es que ni tan siquiera existe un amplio acuerdo sobre qué es un trastorno mental o si hay que llamarlo así.
EL CRITERIO SUBJETIVO Aunque no existe el “hombre medio”, se admite desde antiguo (tal y como se ha verificado en numerosas investigaciones) que la media de una distribución de la frecuencia de un síntoma, rasgo o conducta se identifica con la norma y, por consiguiente, con lo que podría denominarse “normalidad estadística”. Desde el criterio estadístico, los dos extremos de la distribución serían patológicos. En la figura anterior, al tratarse de la distribución del CI en la población general, las personas que ocupan uno de los extremos (el de la derecha) no serían consideradas como patológicas, sino como personas intelectualmente superdotadas. En la práctica, la mayoría de las personas cuyo CI es inferior a 50, proviene de la segunda distribución. Por el contrario, la mayoría de las personas cuyo CI es superior a 50 y, sobre todo, los CI comprendidos entre 50 y 70, provienen de la primera. En cambio, si solo tomaba el CI de 50, encontraba entonces una proporción, sensiblemente igual de personas agrupadas en una y otra curva.
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